Flaco favor nos haremos a nosotros mismos, a Xóchitl Gálvez y a México si nuestra meta, como simpatizantes y electores de Xóchitl, se reduce a que gane la Presidencia de la República. Si Xóchitl gana, pero no tiene mayorías en las dos cámaras del Congreso de la Unión, ni un buen número de gobernadores, alcaldes y regidores que colaboren de buena gana con el gobierno federal, lo único que habremos conseguido es reducir a la Presidenta a la impotencia, induciendo un coma en la gobernación del país.
En las elecciones de 2024, se disputarán 20 mil puestos de elección popular. Propongámonos como meta que los candidatos del Frente Amplio por México ganen más de la mitad de esos puestos. Pero alcanzar esa meta tampoco será suficiente, si los puestos se ocupan con tipas y tipos que nada más andaban buscando hueso y, al primer hipo en las encuestas de opinión sobre el gobierno de Xóchitl, se brincan como chapulines a la oposición de Morena, el Verde y demás pringajos. Aprendamos de la elección que, en un arranque de entusiasmo cívico, hizo ganar al Presidente Madero en 1910. A los pocos meses de ocupar el cargo, a Madero lo dejaron solo. Los colmilludos diputados, senadores y gobernadores que, viendo su popularidad, le habían otorgado el beneficio de la duda, comenzaron a darle largas a sus proyectos de ley. Ante la parálisis legislativa, obreros y campesinos, que simpatizaron con el chaparrito por honrado, se pusieron bravos, pero contra el Presidente. Se inflamó, por ejemplo, la revuelta zapatista en el sur. El golpe de Estado de 1913 fue el fin de la historia, no su comienzo. No será práctico pretender que la totalidad de los cargos en disputa se cubran con nobles y leales daltónicos partidistas, como Xóchitl, que nada más vean por el bien de municipio, estado y país. Más práctico puede ser hacer sudar a los partidos. Que se empeñen por buscarte candidatos pasablemente nobles, razonablemente leales. Quizá alguno carezca de militancia y sea un profe o un activista, haciendo sus pininos en contiendas electorales. Quizá alguno se transforme en un legislador o funcionario excepcional. Ha sucedido antes, en el PAN, el PRD y el PRI. Para que los partidos se pongan las pilas, puede contribuir que seas selectivo con tus fuentes de información. Usa bien el tiempo que pasas en redes sociales. Pon orden en tus chats. No circules basura. En lugar de dar tu preferencia a los medios de comunicación, chicos o grandes, nuevos o viejos, que propagan amarillismo chistosón, dásela a quienes te digan, detallada y brevemente, quiénes son Fulano, que pretende ser tu alcalde, Sutano, que va para diputado local, y Perengano, que quiere ser diputado federal. No es tormento chino. Les puedes pedir que te lo digan con humor. La democracia es un bello sistema político porque exige responsabilidad de los ciudadanos. Para ser demócrata de a de veras, tienes que apartar tiempo y recursos para dedicarle a tu democracia. Para ser demócrata, tienes que leer, estudiar, prepararte, conversar, discutir sin pelear y, lo más laborioso, pensar. Eso hacían los griegos. Eso ya no lo hace casi nadie en el mundo. La democracia no es para güevones ni pendejos. En estos momentos, ayudar a Xóchitl también significa urgir a los partidos a que postulen gente seria y responsable para los 20 mil cargos que se juegan en 2024. Si desde el principio no buscamos que el gobierno de Xóchitl Gálvez tenga legitimidad, autoridad y poder, el remedio puede acabar saliendo peor que la enfermedad.
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Mauricio SandersEscritor, editor y traductor. Trabajó como agregado cultural y se ha desempeñado como funcionario en organismos para la cultura del gobierno de México. Más mitote
May 2024
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